viernes, 20 de enero de 2012

ING NYCM Pte 7: Un #TwitterRunners en el Maratón de Nueva York!


Desde que empezamos a planear este viaje, Jacks y yo queríamos aprovechar para correr juntos al menos una parte de la ruta. Ser  fue, una vez más, nuestro asesor para este y otros temas dado que él ya había participado en dos ocasiones en este maratón. Así que en una llamada telefónica  un par de meses antes del viaje, revisamos la ruta y nos dio varias alternativas para que Jackie se incorporara. También nos indicó que moverse por la ciudad el día del maratón se volvía complicado porque muchas calles se cerraban. Lo mejor era que Jackie se quedara en Midtown y cerca de la hora en que yo llegaría al punto de encuentro ella se dirigiría hacia allá. De esta manera, no era necesario que Jacks se levantara temprano el domingo por la mañana y yo saldría casi a a las 5:30am del hotel para tomar el ferry hacia Staten Island y poder llegar al pie del Puente Verrazano.

El domingo en la madrugada sonó la alarma de mi celular a las 5am, el momento había llegado!! Me levanté de inmediato y fui a bañarme. Estaba nervioso pero emocionado, justo como en el primer maratón que corrí, el MICM2010. #Nerviocionado, es como le llamamos a ese estado de ánimo. Me vestí  muy rápido y preparé mi mochila con ropa para cambiarme al final de la carrera. Todo lo coloqué dentro de la bolsa transparente en la que me habían entregado el paquete del maratón, pues esta bolsa etiquetada con mis datos era la única que recibirían en la paquetería.

Jacks se despertó también y me deseó mucha suerte. El momento en que me despedí de ella fue muy padre, me dio muchas recomendaciones y me dijo que disfrutara la carrera. Salí del hotel y se sentía el frío en la calle. Todo estaba vacío, no había nadie en las calles. Recorrí las dos cuadras que me separaban del metro y entré a la estación. El andén estaba vacío, creo que era muy temprano, quizá demasiado porque mi bloque saldría a las 10:4am, y era un poco antes de las 6am en ese momento.

Yo llevaba un pants y una sudadera gruesos de algodón que normalmente usó como pijama, porque todo el mundo me decía que hacía mucho frío durante la espera para arrancar, además ya me había tocado sentir el viento frió en los dos días previos. La idea era dejar esa ropa justo antes de iniciar la carrera en alguno de los contenedores para que la entregaran como donación a alguna caridad. Cuando llegué al andén estaba vació también y me senté en el borde de las escaleras para esperar el siguiente tren. Esa línea me llevaría directo a la terminal del ferry y no tendría que cambiar de tren en ningún momento. Se sentía frío también en ese andén.

Un poco después bajó por las escaleras un corredor más, yo me sorprendía por que él estaba en shorts y playera, pero era evidente que era un niuyorkino que estaba muy habituado al clima. En el transcurso de los siguientes minutos comenzaron a llegar más corredores que se dirigían al mismo lugar que yo. Los saludos y las sonrisas al reconocernos eran inevitables.

El trayecto en el metro fue relativamente rápido, unos 30 min. aproximadamente, en cada estación se incorporaban más corredores, algunos con amigos o familiares que los acompañaban. Finalmente llegamos a la última estación salimos, aun no amanecía pero estaba a punto de hacerlo. Yo simplemente seguí al resto de los corredores y de pronto apareció frente a mi el edificio del Staten Island Ferry, perfectamente iluminado y entré junto con el resto a la terminal. El lugar ya estaba completamente lleno de corredores de todas partes del mundo. En particular había muchísimos corredores que portaban una chamarra anaranjada que decía Terramía, eran de un equipo italiano que participaba en el maratón. En verdad eran muchísimos y estaban por todos lados.



El resto de los corredores descansaban sentados en el piso o recargados en las paredes, el ambiente se sentía relajado y como estaba cerrado ahí no sentíamos frío. Debíamos esperar a que el siguiente ferry estuviera listo para abordar y en cuanto llegó, se abrieron las puertas para que avanzáramos y subiéramos al barco. El ferry tenía dos niveles y en cuanto abordé subí a la parte alta. El sol apenas empezaba a salir por el borde de los edificios delineando perfectamente el  skyline de Brooklyn, justo al otro lado del East River.  Gran momento para tomar fotografías.
En cuanto el ferry comenzó a avanzar crucé al lado derecho del ferry y pude ver como el sol se reflejaba en los edificios del Lower Manhattan. Nuevamente pude ser testigo de vistas espectaculares del amanecer. Tan sólo por eso creo que valió la pena elegir el ferry como medio de transporte para llegar al punto de salida del maratón.

El frío era muy intenso a esa hora de la mañana, sobre todo por las corrientes de aire que surcan la Bahía de Nueva York, pero ver encendida la antorcha de la Estatua de la Libertad mientras cruzábamos hacía que valiera la pena resistir el clima. Muchísimos corredores salieron a los pasillos exteriores del  ferry para poder tomarse fotografías con Miss Liberty como fondo. Justo en ese momento necesitaba yo alguien que me tomara fotografías, pues era la primera vez que veía con mis propios ojos la estatua (ya vez Jacks, ¿por qué te quedaste a dormir?). Por otro lado, también me sorprendí de su tamaño que resultó mucho menor a lo que las películas nos muestran normalmente.

Una vez que llegamos a Staten Island, salimos de la terminal y fuera de ella había varios camiones que nos llevarían hasta las villas para esperar ahí la salida de nuestros bloques. Fue un trayecto de unos 20 minutos. Al bajar de los camiones empezaron las revisiones. Había muchísimos miembros de staff del maratón e incluso militares que te pedían que mostraras tu número de corredor para poder seguir avanzando. De hecho había un primer punto de revisión, una especie de retén, en el que te revisaban y debías mostrar tu BIB Number. Si no lo hacías no te permitían seguir. La mayor parte de los corredores tenían su número pegado a su playera, pero encima llevaban más playeras o sudaderas o incluso chalecos para protegerse del frío que se sentía con mucha fuerza.

Después del punto de revisión podías ver muchos banners del maratón que te daban la bienvenida con señalamientos hacia las tres villas en las que esperaríamos la salida de nuestros bloques. Es tan grande el número de corredores en esta carrera, 47 mil participantes en 2011, que se deben separar para poder controlar la salida.

Las villas se ubican de acuerdo al color de tu BIB Number: Azul, Verde y Naranja. Son áreas habilitadas para que esperes el turno en el que te toca salir. El arranque del maratón es por el Verrazano Brigde que une Staten Island y Brooklyn, y cruza el Hudson River, es un puente muy largo y elevado. Tiene dos niveles y los corredores salen por ambos pisos del puente. Uno de los colores sale por el piso de abajo y los otros dos colores lo hacen por el piso de arriba. Adicionalmente, en cada color hay tres bloques para salir con intervalos de unos 20 minutos entre cada uno de ellos. De esta manera se controla el flujo de corredores para que se distribuya durante toda la ruta.


Dentro de cada villa hay algunas carpas para que los corredores esperen ahí y se resguarden un poco del frío, pero son tantos que muchos se se sientan en el propio piso o incluso se acuestan sobre sleeping bags o bolsas de plástico o cartones de papel, algunos se recargan en las vallas. En fin cada uno busca un lugar para descansar y esperar su turno. Cada villa tiene también su área de guardarropa perfectamente organizada y camiones de mensajería lo llevan a la meta en Central Park. Hay además servicio gratuito por parte de los patrocinadores de café, barras de cereal, bagels , agua y bebidas energéticas.


Para entrar a los corrales también te piden mostrar tu BIB Number y se hace de forma muy controlada, revisando a uno por uno, aunque no por ello es lento el ingreso.

Yo tuve que esperar bastante tiempo para poder salir porque llegué muy temprano a mi villa. Aún así no pude encontrar espacio dentro de las carpas y al final me senté cerca de una banqueta sobre el piso, porque incluso las zonas donde había pasto estaban llenas. Recorrí un poco la villa, fui por café y comí un par de bagels, la barra de cereal no me gustó y la dejé a medias. También había miembros del staff que pasaban para recoger la ropa que ya no utilizarías y que se entregaría a donación.


Me tocó ver como los corredores que saldrían en el primer bloque entraban a sus corrales. Yo ya quería hacer lo mismo, pero tenía que esperar todavía una hora más para salir. Mientras tanto, muchos otros corredores estiraban, otros trotaban y algunos más seguían sentados y recostados. Desde el lugar en el que yo esperaba podía ver a lo lejos la parte alta del puente y pudé escuchar el disparo de salida del primer bloque, fue muy emocionante. Unos minutos después se alcanzaba a ver la ola de corredores que avanzaba ya sobre el puente. Ellos ya habían empezado con la fiesta del Maratón de Nueva York.



Yo ya no sentía mucho frío y me quité el pants y la sudadera, pude guardarlos en la bolsa que entregaría en el guardarropa, pues aun estaba abierto para los corredores de mi bloque, el último de todos. Me quedé simplemente con la ropa con la que correría, con mi cangurera donde llevaba la cámara de fotos y una bandera de México de plástico que quería llevar conmigo durante todo el trayecto.


En esos momentos quieres que todos sepan que vienes de México y que representas a tu país en esta fiesta de los corredores. Justo ahora que escribo esta frase vuelvo a sentir todo el orgullo que está implícito en ese acto y siento como el pecho se inflama nuevamente con ese sentimiento. Imaginen entonces toda la emoción contenida en el acto de sacar tu bandera y colocarla en tu cuerpo, en un lugar visible para lucirla durante los 42 kilómetros que me esperaban…

Por el sonido local anunciaron el ingreso al corral de mi bloque y fui de los primeros en hacerlo, esperamos unos minutos y comenzamos a avanzar para llegar por un costado del puente a la altura de las casetas de cobro para los autos, el arco de salida estaba un poco más adelante y había un escenario al lado. 
Después de darnos la bienvenida y de que una soldado cantara el himno nacional  de los Estados Unidos, empezamos escuchar la voz de Frank Sinatra interpretando “New York, New York”. Gran momento!! Eso marcaba el arranque de la carrera.

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